CÁNCER DE PRÓSTATA

La palabra “cáncer” se refiere al crecimiento de células anormales que pueden dividirse sin control e invadir otros tejidos que pueden o no ser vecinos. En este caso nos referiremos a los que se originan en la próstata.

La próstata es una glándula ubicada por debajo de la vejiga, rodeando la primera porción de la uretra (conducto por donde se orina) y que tiene como función principal la de producir parte del líquido seminal, en conjunto con las vesículas seminales que se encuentran por detrás de ella. Es, por lo tanto, parte del aparato reproductor masculino

Como todo órgano del cuerpo, pueden afectarla patologías benignas (como la hiperplasia prostática benigna y las prostatitis, que se detallan en otro apartado) o malignas como el Cáncer de Próstata.

El Cáncer de Próstata es el tumor maligno más frecuente en el hombre, seguido por los de colon y pulmón. Sin embargo, a pesar de ser el más frecuente, no constituye la principal causa de muerte por cáncer en pacientes de sexo masculino. Esto es debido fundamentalmente a la posibilidad de establecer tratamientos eficaces y curativos, y al comportamiento biológico de estos tumores.

Respecto a esto último, sabemos hoy, por estudios realizados en autopsias, que la mayoría de los hombres de más de 75 años presentan la enfermedad. Esto significa que muchos de estos cánceres son indolentes, asintomáticos y de escasa agresividad, por lo que muchos de estos pacientes fallecen por otras causas.

La incidencia de este cáncer varía según el área geográfica, siendo la más alta en los Estados Unidos (cerca de 100/100.000 habitantes), mientras que en Argentina la incidencia es intermedia. 

 

La mayor parte de los cánceres de Próstata se diagnostican en hombres mayores de 60 años.

 

Causas del cáncer de próstata:

Se desconoce una causa específica. Se sabe que el cáncer de próstata es más frecuente en las personas de raza afroamericana. Y que pacientes que viven en zonas de incidencia baja (como Japón) que se mudan a áreas de alta incidencia (como EEUU) aumentan el riesgo de desarrollar un cáncer de próstata, por lo que se supone la existencia de factores dietarios o ambientales.

Hay algunos casos (los más raros) que tienen factores hereditarios vinculados con alteraciones de genes específicos. En estos casos de incidencia familiar donde hay parientes directos con diagnóstico de cáncer de próstata, se estimula iniciar los controles con el urólogo 10 años antes (a los 40 años).

 

¿Cuándo debo comenzar los controles por el cáncer de próstata?

Actualmente se recomienda comenzar a controlarse con el Urólogo a los 50 años. Esta edad se corre a los 40 años si tenemos algún antecedente familiar directo de cáncer de próstata.

 

¿El cáncer de próstata da síntomas?

Los cánceres de próstata suelen desarrollarse en un área de la próstata denominada zona periférica, que se halla alejada de la uretra, por lo que es común que estos tumores sean asintomáticos y que solo den molestias cuando han crecido lo suficiente como para comprimir la uretra.

Estos síntomas son idénticos a los producidos por el crecimiento benigno de la próstata (hiperplasia prostática benigna o HPB) y se caracterizan por dificultades en la micción, aumento de la frecuencia para orinar, hematuria (sangrados por la orina), etc.

 

Los pacientes que debutan con metástasis óseas pueden presentar dolores en los huesos o, en ocasiones fracturas patológicas.

 

¿Cómo se diagnostica el Cáncer de Próstata?

Existen hoy en día tres herramientas para detectar el cáncer de próstata: El tacto rectal, el PSA (antígeno prostático específico) y la ecografía por vía transrectal.

El tacto rectal es un examen que genera escasa molestia y aporta muchísima información. No puede ser reemplazado por el PSA ya que, en ocasiones, los tumores de próstata son muy indiferenciados y no alteran este análisis. Debe ser realizado por un profesional entrenado (Urólogo).

El PSA es un análisis que se realiza en la sangre. Se acepta que todo valor por encima de 4 ng/ml debe ser considerado anormal.

Debe recordarse que el PSA no reemplaza al tacto rectal. EL chequeo para el cáncer de próstata debe incluir el tacto y el PSA puesto que muchos tumores (especialmente los más indiferenciados y agresivos) no elevan el Antígeno Prostático.

La ecografía transrectal puede mostrarnos áreas sospechosas (generalmente denominadas “hipoecoicas” en el cáncer de próstata).

Una alteración en uno o más de estos estudios podrá motivar la realización de una biopsia de la próstata, que se realiza con un ecógrafo transrectal, a través del cual pueden tomarse muestras de la glándula con una pistola específica, la que genera escasas molestias y puede hacerse en forma ambulatoria.

Una vez realizada la biopsia, el patólogo será el encargado de diagnosticar la presencia o no del cáncer de próstata en las muestras que se le envían.

 

¿Es exacto el PSA (antígeno prostático específico) para diagnosticer un cáncer de próstata?

En verdad no. El PSA se eleva en muchas circunstancias donde la próstata se enferma, como por ejemplo las prostatitis, los crecimientos benignos (hiperplasia adenomatosa o adenoma de próstata), luego de un tacto o instrumentación de la próstata,  y también lo hace en el cáncer.

El PSA es una herramienta más con la que contamos para sospechar el cáncer de próstata, pero su sola elevación no significa que este esté presente.

El uso adecuado de este marcador por parte del urólogo determinará la necesidad de realizar una biopsia para detectar el cáncer de próstata.

Si bien actualmente se están investigando marcadores más precisos que nos eviten realizar biopsias innecesarias, el PSA sigue siendo la única herramienta con la que contamos para la pesquisa de estos tumores en etapas precoces donde es posible realizar tratamientos con intenciones curativas.

 

¿Qué se hace luego del diagnóstico de un cáncer de próstata

Una vez que establecimos el diagnóstico de un cáncer de próstata, debemos determinar la extensión del mismo. Es decir: si se encuentra limitado a la glándula, si se ha diseminado por fuera de ella (metástasis) etc. Este proceso diagnóstico se denomina “estadificación”.

La estadificación en el cáncer de próstata se realiza con la Tomografía Axial Computada, La Resonancia Magnética Nuclear, y, especialmente, con la Gamagrafía Osea Corporal Total, que es un estudio de medicina nuclear que permite determinar la presencia de metástasis óseas (sitio predilecto para diseminarse en el cáncer de próstata).

 

¿Cómo se trata un cáncer de próstata?

Como todo cáncer, el tratamiento a elegir va a depender de diversos factores que dependen de: el estadio del tumor (si es localizado a la próstata, si tiene metástasis, etc.), la edad y el estado general de la persona afectada, las características del cáncer (su agresividad), y, fundamentalmente, el deseo del paciente.

Para los estadios localizados (es decir, aquellos en los que no podemos demostrar metástasis) podemos intentar tratamientos con intención curativa. Algunas de las opciones de probada eficacia son:

– Vigilancia activa:  En pacientes seleccionados, con tumores de muy bajo riesgo, puede optarse por no hacer ningún tipo de terapia, monitoreando frecuentemente al paciente con PSA, Tacto y Biopsia, y proceder a realizar un tratamiento radical (cirugía o radioterapia) solo en caso de demostrar agresividad del tumor.

– Prostatectomía Radical: Consiste en la extracción completa de la próstata incluyendo su cápsula y las vesículas seminales. Esto determina que se pierde la continuidad de la vía urinaria por lo que debe realizarse una anastomosis (unión) entre la vejiga y la uretra que han quedado separadas al sacar la glándula. Es un tratamiento de alta eficacia que puede realizarse por vía abierta, laparoscópica, o con el moderno Robot Da Vinci. Por las características de la intervención, los pacientes operados pueden presentar ocasionalmente incontinencia de orina, impotencia sexual, estenosis de la anastomosis, etc. Las modernas técnicas quirúrgicas permiten una mejor disección de los tejidos y la preservación de los vasos sanguíneos y nervios que corren paralelos a la próstata, lo que determina que las complicaciones arriba mencionadas se presenten en porcentajes menores a los que se reportaban hace unos años.

 

– Radioterapia: La radioterapia externa de la próstata ha mostrado buenos resultados en el tratamiento del cáncer de próstata localizado, siendo sus resultados a los 10 años equivalentes a los de la prostatectomía radical. Sin embargo, esta eficacia cae frente a la cirugía luego de los 15 años de seguimiento, motivo por el que, en pacientes con expectativas de vida superiores a los 10 años nos inclinamos a recomendar el tratamiento quirúrgico.  La radioterapia ha progresado mucho en los últimos años, contando actualmente con la IMRT (radioterapia de intensidad modulada) que permite aplicar una dosis mayor de radiación sobre la glándula, reduciendo los efectos colaterales. A pesar de ello, la radioterapia puede tener algunas complicaciones como la impotencia sexual, las irritaciones de los órganos vecinos (cistitis radica, diarreas), sangrados y la posibilidad de desarrollar tumores asociados a la radiación.

Actualmente suele hacerse un tratamiento previo de bloqueo hormonal por un lapso que ronda los 6 meses previo a la radioterapia, con el objeto de mejorar sus resultados.

– Braquiterapia: Es un método de radioterapia interna que consiste en implantar semillas radioactivas dentro de la próstata, a través de la piel del periné, guiados por ecografía transrectal. Este procedimiento es menos utilizado que la radioterapia externa y cuenta con complicaciones similares a ella, a las que agrega el efecto irritativo local sobre la próstata que puede en ocasiones dificultar la micción.

 

En los estadios avanzados (metástasis), ya no pueden proponerse tratamientos con intención curativa. En estos casos, dado que el cáncer de próstata es muy sensible a la testosterona, se realiza un tratamiento de supresión hormonal, que puede lograrse con una castración quirúrgica, o más frecuentemente, por medio de medicamentos de aplicación mensual o trimestral que cumplen dicho efecto (Degarelix, leuprolide, goserelina, buserelina, etc.). En muchas ocasiones se agregan a éstos unas drogas denominadas antiandrógenos (ciproterona, bicalutamida, dietiletilbestrol) que se toman diariamente.

La quimioterapia sistémica y otras modernas opciones de tratamiento se reservan para aquellos casos en que la terapia hormonal fracasa (denominados estadíos andrógeno independientes u hormonoresistentes).

Debemos saber que, a los 5 años de diagnosticados, el 95% de los pacientes con cáncer de próstata están vivos, debido por un lado a el diagnóstico precoz de la enfermedad y a la aplicación de tratamientos efectivos, y por otra parte a la conducta biológica del tumor que se comporta en forma poco agresiva respondiendo favorablemente a las terapias administradas en la mayor parte de los casos.

Nuestro equipo médico cuenta con los recursos para diagnosticar y tratar el cáncer de próstata con la más moderna tecnología.